LLUVIA DORADA

Lluvia dorada
¿Es la lluvia dorada sinónimo de sexo guarro? La relevancia está más en la consecución del placer que en la etiqueta que decidamos utilizar. Orinar sobre las personas o recibir de ellas una buena rociada de orina es un momento sexual en el que se dispara la excitación.
La pregunta se vuelve imprescindible: ¿qué es la lluvia dorada? Se trata de una conducta sexual enmarcada dentro de un extenso catálogo de fetichismos que consiste esencialmente en encontrar placer sexual en orinar sobre otra persona y viceversa, con todas las derivaciones que puedan imaginarse en esto del sexo.
Ejemplo de ello pueden ser los diferentes niveles en los que se expresa, que van desde el placer que lleva aparejado el olor de la orina hasta la excitación extrema por bebérsela.
Los españoles que frecuentan esta fantasía coinciden en afirmar que se trata de una relación tan cercana, que se genera un vínculo mucho más profundo y estrecho.
Esta lluvia conlleva un recreo entre sus participantes en el que se establece un componente psicológico de reciprocidad entre la dominación y la sumisión. Es decir, que además de todo lo relativo al plano meramente físico, la estimulación mental funciona de igual modo como un valor añadido que está presente durante todo el trayecto.
Tal vez el circuito, con todo ese juego de escenario íntimo y explícito, se preste mucho más a sacar a la luz estas prácticas en las que la degradación alcanza un puesto de honor como vía hacia el pensamiento excitante.

Copro
El interés que suscita la lluvia dorada queda pues enmarcada en una mecánica de poder tendente al sadomasoquismo, al cerco del bondage o a las aspiraciones del rollo copro, cuyas sensaciones más primitivas pasan por habilitar roles que son infrecuentes en la vida cotidiana, ese atractivo que nos brinda la simulación.
Asumamos además que se vuelve esencial convertir el sexo en una diversión, y aquí tenemos una práctica que puede apuntalar esta idea con mucha eficacia.
Llegados a este punto de tono copro resulta relevante aclarar que estamos ante una dinámica sexual que también se caracteriza por ofrecer seguridad, y es que cuenta con el beneficio no sólo de no provocar embarazos sino además de estar fuera del riesgo de contraer el virus del sida, dado que la orina no es transmisora.
En definitiva, podemos decir que nos encontramos frente a uno de esos prismas sucios y de depravación carismática del sexo que es capaz de vehicular y materializar todo un ramillete de fantasías relacionadas con esenciales matices de gozo, perversión y entretenimiento. Tres constantes que fortalecen todo encuentro sexual entre las personas.