Show Girls

 

Los hedonistas lo tenían claro. Todo lo que el hombre realiza es un medio para conseguir una meta, decían, el placer, sin embargo, es lo único que se busca por su naturaleza misma.

Y nada mejor que los placeres del cuerpo para alcanzar la felicidad completa.

El sexo de pago es una de las opciones para disfrutar sin complejos y desafiar esos límites que la sociedad impone a veces a la relación sexual. Prácticas que aún se consideran tabúes y que vienen de muy lejos.

Como de lejos vienen las “show girls”, esas bailarinas de cuerpo sensual que desvelaban y al mismo tiempo escondían sus secretos más íntimos en los escenarios.

 

“Show girls”, el lenguaje del cuerpo

 

El erotismo tiene su propia su partitura y las “show girls” escribieron sus primeras notas a finales del siglo XIX, en los cabarés y los “music halls” de París, como el mítico “Folies Bergere”.

El espectáculo entonces era una mezcla de baile, comedia y picaresca, muy cercano a ese otro género, el vodevil, pero pronto evolucionaron hasta convertirse en lo que es actualmente.

La sensualidad, el lenguaje del cuerpo como transgresión. Muy relacionado con esta práctica se encuentra el “Table dance” y el baile en barra, de origen reciente y asociado a los club chicas o de “striptease”.

Los clubs nocturnos son ya una referencia en cualquier ciudad del mundo y una oportunidad única de asociar el movimiento sensual de la danza al del propio sexo.

 

Club de chicas, otra forma de hedonismo

 

Los clubs de alterne son la piedra angular de este género, el clásico que se resiste a las modas.

Pese al protagonismo de la tecnología y a la posibilidad de encontrar citas en internet, incluso sexo a través de las cámaras, hay muchos hombres que prefieren acudir al burdel tradicional.

Tal vez porque el trato recibido y la discreción del intercambio sexual los ha convertido ya en clientes habituales.

O quizá porque allí han encontrado a una prostituta capaz de colmar todos sus apetitos, un espacio donde poder expresarse libremente.

No hay que olvidar que ciertos hombres no solo acuden para saciar su hambre sexo, sino también para buscar comprensión, afectividad o seguridad en sí mismos.

 

El lenguaje del sexo

 

Todo juego posee sus reglas propias, nos advierte de lo que está permitido y de lo que no se puede hacer.

El juego sexual también tiene sus límites, por supuesto, pero en este ámbito se manifiesta más que en otros la tentación de transgredir las normas.

El erotismo, entendido como una serie de fórmulas rígidas, conduce al aburrimiento y a la monotonía.

Y para romper con los usos comunes, nada mejor que mujeres que a su modo también han cambiado el rol o el concepto tradicional de la prostituta.

El sexo tiene su propio lenguaje, nos hace más felices. Sigamos hablando con el cuerpo.

 

 

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